Alagna abandonó el escenario «por respeto al público»
«Si le hubiese faltado al respeto al público, entendería el escándalo. Pero he hecho lo que he hecho precisamente por respeto a él. Yo no puedo obligar a escucharme a quien no le guste. Ese es el concepto de respeto para mí», argumenta el cantante.
El domingo protagonizó un sonado escándalo en la Scala de Milán al abandonar el escenario cuando una parte del público silbó su interpretación del aria «Celeste Aida»; Roberto Alagna se ha cerrado, de momento, las puertas del templo operístico por antonomasia. «El comportamiento el domingo por la noche de Roberto Alagna provocó una ruptura definitiva entre el artista y el público que la Scala no tiene posibilidades de reparar», rezaba el comunicado del sobreintendente del coliseo milanés, Stéphane Lissner.
Roberto Alagna explicaba telefónicamente a ABC los motivos que le llevaron a abandonar el escenario, aun a sabiendas de lo que ese gesto podría significar de cara a la opinión pública: «Nada más abrirse el telón ya empecé a escuchar bufidos. Canté el aria, y continuaban. Me puse tan triste que me vi obligado a parar en ese punto. Porque yo no puedo cantar si no veo al público contento conmigo». A pesar de que cree que el ambiente estaba muy raro, no quiere pensar Alagna que alguien en Milán esté contra él: «No lo sé, porque lo cierto es que gente de todo el mundo que me había escuchado por la radio me felicitó; me dijeron que estuve soberbio, y muchos teatros me han invitado para cantar «Aida»».
Lo cierto es que, a fin de cuentas, el mundo de la ópera cuenta con un nuevo escándalo, de esos que nadie tiene claro a quién favorece. «A mí, desde luego no -dice taxativo-. Esas cosas no son buenas ni para mí ni para el público ni para nadie, y al final todo resulta ridículo. Si le hubiese faltado al respeto al público, lo entendería. Pero he hecho lo que he hecho precisamente por respeto a él. Yo no puedo obligar a escucharme a quien no le guste. Ese es el concepto de respeto para mí».
Alagna cita a su médico, que se encontraba en la sala, para apoyar su postura. «Él fue el primero en decir que no podía continuar, porque la tensión del momento, dado que soy hipoglucémico, me produjo una caída del azúcar». Una reacción frente a una circunstancia incontrolada, que el tenor jamás había vivido. «Era la primera vez que me ocurría algo así. Y fue como si se acabase el mundo en ese momento».
Le sorprende la actitud de Lissner. «Me parece muy raro lo que ha hecho. Por eso digo que hay algo extraño en todo esto. Si he cometido un error, pido perdón a los que allí estaban. ¿Pero qué va a pasar con los que tienen sus entradas para el resto de las representaciones? ¿No hay que respetarlos también a ellos?»
Alagna tiene firmada una «Manon Lescaut» para 2008. «Después de esto, veremos qué ocurre. Espero que de aquí a entonces el público reaccione y diga si quiere a Roberto o no lo quiere. Porque ese es el problema: que el público no ha dicho nada».
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